La necesidad de ser salvaje

 

 

Puede que para muchos esto suene muy raro, sin embargo, habrá otros que digan, claro, eso ya lo sé yo. Pero no nos engañemos, hoy día hay partes y facetas, profesiones y vidas que pueden ser más factibles en un lugar civilizado, urbanizado, limpio, higienizado, pavimentado y ordenado. Quiero decir, una ciudad, vamos.  Y lo dice una servidora que, presa de pasión y deseos, emprendió una vez un viaje que creyó sólo de ida y tuvo que ser de vuelta a un lugar salvaje, donde había tomates, mar y mugre.

Entonces, ¿qué? Pues que una vez al año y algunas veces más, hay que ser salvaje. Porque tu cuerpo, tu mente y tu bolsillo (sí, por qué no decirlo) te lo agradecerán. Es una de esas cosas que cuestan poco pero que ¡valen tanto!

Veamos qué necesitamos para ser un auténtico salvaje. Uno de los de verdad, nada de pacotilla.

  • Vete unos días a tener contacto con la naturaleza, a un camping, al campo y duermes en el coche o en acampada libre, a la casa esa que tiene tu abuela por ahí en el monte, al chalet de tus padres en la playa (cuando digo playa, no me refiero a esas playas que tienen edificios o chiringuitos detrás, eso no son playas, bueno, son playas urbanas, y por lo tanto, no sirven) o puedes hacerte un viaje a un bosque del centro de Rusia y vivir incomunicado, sin luz ni agua corriente unas semanas (pero esto, es otra historia)
  • Es importante que durante tu estancia uses ropa cómoda, adecuada al clima. Si hace calor, puedes no necesitarla. Y siempre la misma, usa justo lo que necesites.
  • Lo mejor es no ducharse durante esos días, puedes bañarte en el mar o en un río o lago. Empiezas a ser salvaje después de unos días, cuando tu pelo ya está enredado y con algún souvenir del entorno: arena, tierra, alguna hoja, etc. Tu sentir debe ser tu imagen.
  • Lo ideal es que comas lo que caces o encuentres, pero ante tu falta de destreza, ¡urbanita!, podría estar bien comer lo autóctono del lugar o lo que sea fácilmente encontrable. Entiendo que hoy día eso puede ser un donut pero ¿un salvaje que se precie comería donuts? Come lo que te nutra y esté lleno de vida y sol.
  • Convive con otros seres vivos. Puede que haya quien asocie la vida salvaje a una especie de retiro, pero nada más lejos de la realidad. La vida ha de ser algo comunal, con personas, animales y plantas.
  • Interactúa con el entorno natural, no sólo camines sobre él, recuéstate, abrázalo, embadúrnate, cómelo, etc. Sé un niño en descubrimiento de texturas.
  • Haz actividad física natural. Es mentira que el salvaje es contemplativo, eso es un monje, no un salvaje. No se trata de ir a jugar al pádel con tu vecina, sino de utilizar tu cuerpo en las tareas: haz un fuego (viene muy bien ahora en invierno, no hagas trampa, no uses pastillas), corre detrás de un animal, corta leña, cocina en el fuego que has preparado, nada o bucea en el mar, pesca, pasea por la montaña…
  • No leas, piensa. Los salvajes no tenían libros, quizá puede valer hacer dibujos o escribir algún símbolo en la arena o la tierra. Pero los salvajes tenían mente (¿la usarían?), bueno, pues como esa mente está siempre con nosotros, afortunadamente, y el fluir de pensamientos en estas situaciones se vuelve claro, con sentido, potente: escucha tu pensamiento.
  • Tu cuerpo está para usarlo y arriesgar con él, somételo a alguna inclemencia de la estación. Porque nadie se ha muerto por mojarse en la lluvia, darse un baño de agua fría o comer algo de carne o pescado crudo… Vive tu cuerpo.
  • Puede que sea duro o, en cambio, te resulte natural desde el principio, pero te aseguro que en algún momento, antes o después, la fecilidad te partirá por la mitad, con tanta fuerza que ansiarás estar así para siempre (y en este “para siempre” hay sólo un peligro… del que otro día hablaré…)

Nota: Abstenerse los pulcros, escrupulosos, fashion addicts, miedosos, débiles, quejicas, enfermos, urbanitas y demás.

Si crees que lo digo en broma, es que no lo has probado.

¡Practica!

 

 

Comments
4 Responses to “La necesidad de ser salvaje”
  1. Mychael dice:

    Hola Ma. Ángeles. Excelente artículo sobre la experiencia de vivir una vida salvaje de vez en cuando. Yo la he vivido algunas veces por el hecho de compartir mi vida urbana con el campo. Se de lo que se trata, estaría bien que un urbano lo haga, pero una persona muy decidida y valiente, no miedosos y débiles. Esto va a enriquecer sus vidas y a crecer como personas.
    Saludos.

    Mauro

  2. Myriam dice:

    Muy buen artículo. Saludos 🙂

  3. Grecia dice:

    Gracias por la idea.

  4. Grecia dice:

    Ayudaria mucho si lo aplicaran todos.

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